Hasta hace poco los datos eran el activo más deseado de un usuario. Las empresas y entidades los guardaban celosamente, y compartir esta información es todavía la principal barrera a la implementación de tecnologías blockchain.
Pero hay un problema con este enfoque: Los datos son difíciles de monetizar. Podemos tener todos los datos disponibles de un usuario, pero si no tenemos su confianza, no servirán para generar negocio.
Sin embargo, a lo largo de la historia, la forma de generar confianza se ha materializado de forma diferente. Por ejemplo, las entidades bancarias construían llamativos edificios con materiales lujosos, y una decoración pensada para transmitir solidez, tradición y confianza. Las personas confiaban sus ahorros a la seguridad que les generaba la imagen de perdurabilidad.
El paradigma digital no ha cambiado la necesidad de confianza, pero sí la forma de construirla. Esta búsqueda de nuevos puentes para construir la confianza digital es una de las principales tendencias en identidad digital para el 2018.
La evolución de la confianza en el entorno digital
La cantidad de datos de usuarios que almacenan las empresas crece constantemente y de forma exponencial. Dispositivos conectados, actividad constante en la red e información accesible con un solo clic. Las posibilidades a nivel de negocio son incontables.
Pero el riesgo también ha aumentado, especialmente el robo de datos personales y la suplantación de identidad. El volumen y la gravedad de los fallos de seguridad aumentan año tras año. En los primeros nueve meses de 2017 los registros expuestos debido a fallos en la seguridad aumentaron un 305% respecto al mismo periodo del 2016, y los ataques a bases de datos fueron los más graves que se han llevado a cabo hasta el momento.
Con el nuevo escenario, la seguridad ha pasado a ser una de las principales preocupaciones de los usuarios. Ya no importa tanto que la entidad de una imagen de perdurabilidad y robustez —aunque también influye, especialmente entre los usuarios de más edad—, sino que las personas necesitan confiar en que la entidad recopila, almacena y utiliza sus datos de forma segura.
Si existe esta confianza, el usuario se verá más inclinado a proporcionar información, contratar productos y servicios y, en definitiva, establecer una relación a largo plazo con la entidad.
¿Qué construye la confianza?
Según el estudio de Accenture Digital Trust in the IoT era, las personas prefieren confiar en marcas establecidas, especialmente en los sectores de telecomunicaciones y banca comercial.
Esto es solo un primer paso, pero a la vez un buen punto de partida. Sin embargo, los datos muestran que a medida que aumenta la edad del usuario este confía más en las entidades tradicionales, pero menos en los canales digitales. En cambio, nuevas generaciones como los millennials confían en los canales digitales, pero no sienten afinidad con las grandes entidades.
Según Accenture, hay cuatro factores que permiten construir la confianza digital: Seguridad, privacidad y control de los datos, responsabilidad y beneficio. Así, un usuario estará dispuesto a proporcionar datos y operar online con una determinada entidad si confía en que sus datos estarán seguros, si considera que obtendrá un beneficio al proporcionarlos y si cree que la entidad se responsabilizará de un posible fallo en la seguridad.
La confianza definirá las relaciones futuras entre usuarios y entidades, y será la nueva moneda digital, lo que permitirá monetizar la ingente cantidad de información disponible, pero que sin la confianza del usuario pierde todo su valor.