Más allá de una cara y de las huellas dactilares: las nuevas aplicaciones que tal vez veremos próximamente

10-10-2024

Cuando se trata de adoptar nuevas tecnologías, como la biometría, todo gira en torno a la confianza. A muchos nos entusiasma la idea de poder acceder a un servicio con solo un toque de dedo o incluso con nuestro rostro, porque es rápido y conveniente. Sin embargo, también están las preocupaciones por la privacidad: ¿quién tiene nuestros datos biométricos? ¿Cómo se están usando?

El equilibrio entre la seguridad que promete la tecnología y los temores sobre el control de nuestra información es lo que a veces nos lleva a dudar. Pero lo cierto es que la biometría no es algo nuevo. De hecho, ha sido parte de nuestra vida diaria por mucho más tiempo del que creemos, y su uso ha demostrado ser efectivo y seguro en sectores clave como la banca y la seguridad aeroportuaria.

Early adopters: bancos y gobiernos a la vanguardia

identidad

Los primeros en apostar por la biometría fueron los bancos y las administraciones públicas. El impulso vino, en gran parte, con la introducción de la Directiva PSD2, que obligó a las entidades financieras a mejorar la seguridad en sus plataformas digitales. Hoy en día, un gran número de entidades permiten a sus clientes acceder a sus cuentas y realizar transacciones mediante la huella dactilar o el reconocimiento facial.

De hecho, según un informe de Juniper Research, más de 1.400 millones de personas en todo el mundo utilizarán el reconocimiento facial para autenticar pagos en 2025. Y no es para menos: la biometría es cada vez más esencial para luchar contra el creciente fraude digital que sufre el sector.

En el ámbito gubernamental, España fue pionera con el DNI electrónico, que incluye la verificación de identidad mediante huella dactilar. Otros países europeos como Estonia han implementado soluciones biométricas para que los ciudadanos accedan a los servicios públicos de forma remota y segura.

En Reino Unido, el uso de la biometría en la verificación de identidad para solicitar prestaciones sociales o acceso a servicios sanitarios también ha crecido rápidamente. Con la próxima implementación de la cartera digital europea, se prevé que habrá una adopción todavía mayor de la biometría.

Nuevas fronteras de la biometría en sectores inesperados

Esto ha sido solo el principio. A medida que crece la demanda de seguridad y conveniencia, la biometría ha comenzado a expandirse hacia áreas menos tradicionales, ofreciendo soluciones creativas que van más allá de la seguridad bancaria o gubernamental.

1. Biometría en la salud: identificación a través del ritmo cardíaco

Una de las aplicaciones más innovadoras de la biometría en Europa es la monitorización de la salud mediante el ritmo cardíaco. El University College London ha desarrollado una tecnología que permite identificar a una persona a través de los patrones únicos de su pulso. No solo mejora la autenticación, sino que también puede utilizarse para monitorear la salud de los pacientes de forma remota. Esta tecnología tiene un gran potencial en hospitales y clínicas en toda Europa, especialmente en pacientes con problemas cardíacos crónicos.

Además, la combinación de inteligencia artificial con biometría permite desarrollar plataformas que predicen riesgos de salud antes de que ocurran, optimizando la atención médica preventiva. Los dispositivos portátiles, como pulseras y relojes inteligentes, también aprovechan la biometría para proporcionar datos clave sobre la salud del usuario, facilitando diagnósticos remotos sin necesidad de acudir a un centro médico.

2. Transporte público sin contacto: biometría en movimiento

El uso de la biometría para mejorar la experiencia del usuario en el transporte público es una tendencia creciente en varias ciudades europeas. En Madrid y Barcelona se están probando sistemas biométricos basados en el reconocimiento de venas, que permiten a los pasajeros acceder al metro sin necesidad de billetes o tarjetas. Estos sistemas identifican a los usuarios mediante los patrones únicos de sus manos, lo que elimina la necesidad de contacto físico y mejora la rapidez y seguridad del proceso.

En el aeropuerto de Londres, Heathrow, el reconocimiento facial se ha convertido en una herramienta clave para agilizar el proceso de embarque. Los pasajeros ya no necesitan presentar su pasaporte en cada control de seguridad, sino que son identificados automáticamente al pasar por las puertas de embarque, lo que reduce las colas y mejora la eficiencia operativa.

3. Identidad digital: la verificación remota es cada vez más común

En la era digital, la verificación de identidad a distancia es esencial. Hoy en día hay soluciones que permiten a los usuarios autenticar su identidad desde cualquier lugar mediante biometría. Estas herramientas son utilizadas por bancos, aseguradoras y otros servicios digitales para facilitar la apertura de cuentas, la firma de contratos o la verificación de usuarios.

Un ejemplo de esto es el banco digital alemán N26, que ha integrado la verificación biométrica para el onboarding de nuevos clientes, reduciendo el fraude y mejorando la experiencia del usuario. Otros sectores como las telecomunicaciones y aseguradoras utilizan biometría de voz para verificar usuarios con una simple frase.

Algunas aplicaciones curiosas, y útiles

El reconocimiento de la forma de caminar (gait recognition), analiza los patrones de marcha de una persona, que son únicos debido a una combinación de movimientos corporales específicos. En Reino Unido, un grupo de investigadores desarrollaron sistemas que pueden identificar a personas simplemente observando su forma de caminar, con aplicaciones en aeropuertos y estaciones de trenes como una forma de mejorar la seguridad sin necesidad de interacción física.

Hace ya tiempo que se explora el reconocimiento de las ondas cerebrales o brainwave biometrics. Estas ondas son únicas para cada persona, y existen ya tecnologías emergentes que están comenzando a explorar la posibilidad de utilizarlas para la autenticación. Este enfoque implica el uso de electroencefalogramas (EEG) para registrar patrones de actividad cerebral, que podrían ser utilizados para iniciar sesión en dispositivos o incluso para interactuar con sistemas de control por pensamiento.

La biometría basada en el olfato, también conocida como olfacción artificial, está emergiendo como una nueva frontera en la identificación biométrica. A través de dispositivos que simulan el sentido del olfato, es posible analizar las moléculas del aire para capturar y digitalizar los olores, incluidos los emitidos por el cuerpo humano. Investigaciones recientes han demostrado que estos patrones de olor son únicos para cada individuo, lo que abre la posibilidad de utilizar el olor corporal como un identificador biométrico, similar al reconocimiento facial o de huellas dactilares. La tecnología tiene aplicaciones que van desde la seguridad hasta la detección de enfermedades .

¿Inquietante? Aún siéndolo, ¿estaremos más seguros?

Si bien es probable que este tipo de aplicaciones y avances tecnológicos generen inquietud y dudas en los ciudadanos, se espera que no se implementen si no van de la mano de la regulación correspondiente. Como podemos ver, la biometría está creciendo a pasos agigantados, y su adopción se está expandiendo más allá de las aplicaciones tradicionales. A medida que las tecnologías avanzan, se prevé que más sectores adopten soluciones biométricas, mejorando tanto la seguridad como la experiencia del usuario.

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