El fraude digital se ha consolidado como un desafío global que no distingue fronteras, sectores ni perfiles de usuario. Este fenómeno, que afecta tanto a consumidores como a empresas, representa una amenaza constante en un entorno donde las transacciones y comunicaciones digitales dominan el día a día.
Los ciberdelincuentes, cada vez más sofisticados, han encontrado formas de explotar tanto tecnologías emergentes como vulnerabilidades humanas, generando un impacto económico y emocional significativo. En este contexto, 2024 nos deja aprendizajes cruciales y una visión clara de las áreas que debemos reforzar como empresas y como usuarios en 2025.
2024 en cifras: ¿qué nos explican los datos?
El análisis de los datos* 1,2 y 3, que tenemos hasta el momento es fundamental para entender cómo ha evolucionado el fraude durante este año y prever los retos que vendrán, porque si algo tenemos claro es que lo harán. Desde patrones de ataque hasta la respuesta de consumidores y empresas, estas cifras son una radiografía precisa del estado actual.
1. Intentos de fraude al consumidor: una amenaza persistente
La facilidad con la que los ciberdelincuentes pueden llegar a millones de personas a través de tecnologías digitales ha convertido el fraude al consumidor en un problema omnipresente. De hecho, el 90% de los consumidores en España experimentó intentos de fraude en 2024, superando el 85% registrado en 2023. [1]
Además, el impacto económico de estos intentos de fraude se distribuye de la siguiente manera: el 61% de las víctimas reportaron pérdidas inferiores a 500 euros, mientras que un 12% de los afectados señaló pérdidas superiores a 5.000 euros. Solo el 50% de los afectados logró recuperar sus fondos, lo que subraya la necesidad de adoptar medidas más firmes para proteger a los consumidores.
El uso de canales como correos electrónicos (phishing) y SMS (smishing) sigue siendo predominante, con un 29% y un 32% respectivamente. Sin embargo, los atacantes también están explorando redes sociales y aplicaciones de mensajería, aunque en menor medida. Estas nuevas tácticas reflejan la capacidad de los ciberdelincuentes para adaptarse rápidamente
2. Fraude en empresas: retos continuos
Para las empresas, el fraude no es solo una cuestión económica, sino también un problema que pone en juego su reputación y la confianza de sus clientes. Este año, se ha observado un incremento en los ataques dirigidos, particularmente en sectores altamente digitalizados como la banca y las teleoperadoras.
Un 33% de las empresas considera el fraude un problema reputacional grave, mientras que un 16% lo utiliza como fuente para mejorar procesos internos. Esta perspectiva, más orientada al aprendizaje, está cobrando fuerza en un entorno en el que las empresas buscan aprovechar los incidentes para fortalecer sus controles y estrategias.
Además, un 10% de las empresas ha comenzado a utilizar casos de fraude para entrenar algoritmos de machine learning, anticipándose a futuras amenazas mediante el análisis de patrones de comportamiento sospechosos. Este enfoque marca un cambio hacia una gestión del fraude más proactiva y tecnológica.
Por otro lado, la suplantación de identidad y los fraudes internos siguen siendo áreas de preocupación. Casos de empleados que explotan sus posiciones para cometer irregularidades subrayan la importancia de implementar auditorías y sistemas de monitoreo eficaces. [2]
3. Impacto financiero y emocional
Aunque la implementación de medidas preventivas ha ayudado a reducir el porcentaje de fraudes consumados, el impacto emocional y económico para las víctimas sigue siendo una preocupación importante. Este año, el 45% de los afectados reportó niveles elevados de estrés y ansiedad debido a los incidentes de fraude.
Además, la falta de apoyo tras un incidente de fraude sigue siendo alarmante. Solo el 17% de las víctimas recibió apoyo adecuado, dejando a un 83% sin asesoramiento ni herramientas para recuperarse . Este déficit en la atención post-incidente resalta la necesidad de sistemas más efectivos para ayudar a las víctimas, tanto a nivel empresarial como gubernamental.
Más allá de las pérdidas financieras directas, el fraude también genera costes ocultos, como el tiempo invertido en resolver disputas, restaurar la confianza o implementar nuevas medidas de seguridad. Estos factores afectan tanto a individuos como a organizaciones, ralentizando su capacidad de recuperación. [3]
¿Qué hemos aprendido? Mejores prácticas en 2024
El fraude no es estático. Cada año introduce nuevas lecciones basadas en las tácticas emergentes de los atacantes y en las respuestas implementadas para combatirlas. Como parte positiva, podemos ver que 2024 ha destacado por la consolidación de ciertas prácticas clave.
• Mayor inversión en análisis predictivo: la capacidad de anticipar posibles amenazas ha sido un avance significativo. Las empresas han comenzado a utilizar análisis predictivos basados en big data para identificar patrones y prevenir ataques antes de que ocurran.
• Cambio en la percepción del fraude: atrás está quedando la visión de que el fraude es un problema aislado. Las organizaciones comienzan a integrarlo como un riesgo operativo más amplio, lo que ha llevado a mejores estrategias de gestión de riesgos.
• Regulaciones más estrictas: en el ámbito gubernamental, en 2024 hemos visto la introducción de nuevas normativas en varios países que exigen estándares más altos de seguridad digital para las empresas, especialmente en sectores financieros y de datos sensibles.
¿Qué podemos esperar en 2025?
Si bien 2024 presentó mejoras en ciertos aspectos, el camino hacia un ecosistema digital más seguro está lejos de completarse. En 2025, la previsión es que organizaciones y consumidores trabajen juntos para afrontar desafíos emergentes.
1. Mayor automatización en la prevención del fraude
Con el aumento en la cantidad de transacciones digitales, las soluciones automatizadas no serán solo una ventaja competitiva, sino una necesidad. Las empresas deberán integrar inteligencia artificial y sistemas de aprendizaje automático para manejar la detección y respuesta al fraude en tiempo real.
La detección basada en comportamiento será una de las tendencias clave en este sentido: se espera un auge en el uso de herramientas que analicen el comportamiento de usuarios para identificar actividades sospechosas, como transacciones fuera de lo habitual o accesos desde ubicaciones inusuales.
2. Enfoque a la experiencia de usuario
En un entorno en el que los consumidores son cada vez más conscientes de los riesgos de fraude, ofrecer una experiencia de usuario segura será un diferenciador clave. Las empresas deberán diseñar procesos que no solo sean seguros, sino también intuitivos y fáciles de usar.
Soluciones como la autenticación multifactorial deberán ser integradas sin complicar la experiencia del cliente, encontrando un equilibrio entre seguridad y usabilidad.
3. Personalización de las estrategias de prevención
La prevención no puede ser una estrategia genérica. En 2025 se espera un enfoque más granular, con campañas y soluciones adaptadas a grupos específicos basados en edad, geografía o comportamiento digital.
Tanto las empresas como los consumidores tendrán acceso a programas educativos diseñados específicamente para sus riesgos particulares. Por ejemplo, guías para evitar estafas en aplicaciones de citas o cómo reconocer fraudes en plataformas de comercio electrónico.
4. Adopción masiva de autenticación multifactorial
La autenticación multifactorial será el estándar para transacciones digitales. Las tecnologías biométricas, como reconocimiento facial o el uso de huellas dactilares, tendrán un papel protagonista en la protección de cuentas y datos sensibles.
Todas las soluciones en una única plataforma
«No hay una varita mágica para frenar el fraude, pero sí tecnología muy avanzada para evitarlo.»
MARC SABADÍ, IDENTITY INNOVATION LEAD en MITEK
La prevención del fraude en el ámbito digital no solo es una tarea compleja, sino que requiere soluciones en constante evolución capaces de responder ante las nuevas técnicas de fraude que surgen cada vez con mayor intensidad y frecuencia.
En este sentido, como señala Marc, no existe una “fórmula mágica” para erradicar el fraude, pero sí existen métodos cada vez más efectivos para limitar su alcance y evitarlo antes de que se produzca. ¿Qué pueden hacer las empresas? Marc comparte con nosotros algunas ideas clave.
[2] Informe sobre Fraude en Empresas 2024-2025, Asociación Española de Empresas Contra el Fraude (AEECF)